Iba con la bici por una calle peatonal. Horror de horrores.
Para ser sinceros, llevo meses yendo por esa calle con mi bici y nunca había pasado nada. Pero hoy, un viejecillo con cara de mala ostia se me ha acercado según iba andando en bici y cuando me he dado cuenta de que me iba a hablar he hecho ademán de parar. En ese momento me ha soltado un "¡esto es una calle peatonal! ¡No se puede ir en bici!", en alemán bávaro y lo he entendido. Lo he entendido. Lo he entendido desde el principio hasta el fin. Y he pasado del señor tres pueblos.
Quiero decir, he sido capaz de entender una bordería alemana desde el principio hasta el fin, y pasar olímpicamente sin siquiera tener que pensar en ello. De hecho, le he puesto cara agria, la típica cara de "ya estamos otra vez..." y he pasao. A mis cosas. Todo de forma automática. De verdad que estoy impresionado con mi propia reacción.
Pero lo mejor de todo es que entiendo y comparto la opinión del señor. Es una calle peatonal y aunque yo, y muchos otros, infringimos la norma de ir con un vehículo por una calle peatonal, veo totalmente necesario que haya gente que se queje y les (nos) diga que está mal. Gracias a que hay tanta gente pejiguera como este señor, el resto aprende(mos) a respetar las cosas que tienen que ser respetadas. Siempre con límites, ojo.
De todas formas, estoy empezando a ver mejor que haya cuatro pedorros que se quejen por todo (modelo alemán) a que haya un montón de gente deseando que las cosas se respeten y nadie diga nada (modelo español).
Este es el cambio que estoy viendo. Y me asusta.